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El cristianismo originario en la unidad entre los seres humanos, la naturaleza y los animales

Jesús de Nazaret trajo a los seres humanos hace más o menos 2000 años las enseñanzas del Sermón de la Montaña con la frase básica: «Lo que queráis que otros os hagan a vosotros, hacedlo primero vosotros a ellos».

El Sermón de la Montaña de Jesús contiene reglas éticas para la vida, para una convivencia justa y apacible entre los hombres e igualmente con la naturaleza y los animales.
El Sermón de la Montaña nos enseña la unidad entre el ser humano, la naturaleza y los animales y finaliza con las palabras: «Quien escuche y cumpla esta Mi enseñanza, es como un hombre inteligente que construyó su casa sobre roca». Esta enseñanza de Jesús es por consiguiente una enseñanza para ponerla en acción.

La Fundación Gabriele

La Fundación Gabriele Internacional, fundada por Gabriele, la profeta de Dios para nuestro tiempo, es la obra de acción en el Espíritu de Jesús, el Cristo, en la que se hace visible Su enseñanza. El amor a Dios y al prójimo, que Jesús de Nazaret nos enseñó y vivió como ejemplo, incluye por lo tanto a la Tierra con sus animales, plantas, minerales y a toda la naturaleza. El amor a Dios en el seguimiento de Jesús de Nazaret, significa también el amor al Espíritu vivificante universal que obra en todas las formas de vida, en todo el infinito.
En esto creemos los cristianos originarios.

En lo que creemos

Somos seguidores de Jesús de Nazaret.
Creemos que en el Reino de Dios hay seres espirituales.
Creemos que hay seres naturales que acompañan al principio espiritual de la vida en todas las formas de vida en toda la Tierra.
Creemos que el Espíritu universal también obra en los cuatro elementos.

Allí donde el ser humano no interviene perturbando, el Espíritu universal sirve a la naturaleza, a los animales y a las plantas.
En esto creemos los cristianos originarios.

Como seguidores de Jesús de Nazaret en la corriente cristiano-originaria, los cristianos originarios respetamos y cuidamos –allí donde nos sea posible– la naturaleza, los árboles, los arbustos y también los reinos de los animales y minerales.

Todo está vivificado, todo se comunica.

Jesús de Nazaret nos enseñó: Todo está vivificado, porque el Espíritu universal del infinito vive en todo y en todos, en cada piedra, en cada planta, en cada animal, así como también en lo más profundo del alma de cada ser humano.
En esto creemos los cristianos originarios.

Los cristianos originarios también creemos que la consciencia de cada animal se comunica con la misma especie, y que emite su irradiación de consciencia por todo el planeta. Cuando a los animales se les tortura, mutila, acosa o incluso mata intencionadamente, todos los animales de la misma especie en todo el globo terráqueo lo perciben dolorosamente. Lo mismo sucede cuando los animales reciben de nosotros amor, cuidados y ayuda; entonces todos los animales de la misma especie lo captan en todo el planeta con alegría y agradecimiento.

Para nosotros, que seguimos a Jesús de Nazaret, es también cada flor, cada arbusto, cada árbol una forma de vida que lleva en sí la vida del Espíritu universal. Cada estado de consciencia de un árbol, de una planta, de una flor se comunica –así como los animales– con la misma especie alrededor del planeta.
En esto creemos los cristianos originarios.

Los cristianos originarios hemos hecho nosotros mismos la experiencia, y por eso lo sabemos, de que cada planta emite señales cuando tiene sed o cuando es agredida. Todas las especies vegetales se comunican entre sí. El respeto ante cada forma de vida es Vida Universal. Esto nos lo enseñó Jesús de Nazaret, a quien los cristianos originarios seguimos. De ello resulta la Tierra de la Paz de la Fundación Gabriele Internacional.

landwirtschaft

La agricultura de acuerdo con el cristianismo originario

Los agricultores cristianos originarios, creemos en la Vida universal vivificada.

Cuando cosechamos, nos detenemos ante los campos y a través de la oración nos comunicamos con el Espíritu universal en los animales y en los microorganismos del terreno. Al trabajar la tierra, no la destrozamos arándola profundamente, sino que removemos ligeramente la superficie, para que el aire y el agua penetren más fácilmente y alcancen la vida en el suelo. No dañamos la vida de la tierra con sustancias sintéticas, con estiércol y abonos semilíquidos. Cuando llega el momento de la cosecha y de la labranza de los terrenos, les pedimos a los seres vivos que viven sobre y bajo la tierra que se retiren suficientemente para no dañarlos. Al mismo tiempo les pedimos también a los seres de la naturaleza que guíen y protejan a los animales y a los microorganismos.

Esto es el cristianismo originario en la unidad entre el hombre, la naturaleza y los animales.

La Tierra de la Paz

La Tierra de la Paz de la Fundación Gabriele Internacional es la obra de acción de la unidad.

Nuestra experiencia es que cuando los seres humanos se preocupan de los animales, cuando los animales se sienten seguros y no pasan necesidades, entonces cambia su comportamiento. Ya no huyen más ni tampoco son agresivos al defender su territorio.

El mundo de los programas

Cuando los animales cazan para comer carne, los seres humanos nos deberíamos preguntar: ¿De dónde tienen ellos estos programas?
Nosotros creemos que los programas negativos del ser humano se trasmiten a los animales.

¿Quiere reírse de nosotros por esto? Nadie se lo va a impedir.

Nosotros hemos hecho nuestras experiencias en lo que se refiere a la naturaleza y a los animales. Quien se encuentra en este camino, que consiste en hacer numerosas experiencias propias, no se reirá ni se burlará de aquellas personas que se esmeran por alcanzar la unidad cósmica.

El Espíritu universal sopesa con la balanza cósmica entre la justicia y la injusticia de los seres humanos.

Él es el Gran Uno universal.
Él es la justicia.